Hoy, todo el día, he estado esperando noticias por mail. Pero es una espera absurda, porque la verdad no debería esperar nada, me lo inventé.
También quiero ver fotos nuevas y escribir en este blog. Pero es que no quiero que se vuelva un confesionario en momentos de crisis inventadas, de momentos causados por el café y la Subitraspeed que me tiene loca.
Estuve gran parte del día leyendo artículos ridículos y metida en un blog de un conocido a quien no le he dirigido más de diez palabras en mi vida, pero de quien repentinamente me enamoré por su blog. Parecido a como cuando me inventaba un amor en el colegio, y era una niña que me perdía entre las 200 niñas uniformadas del Anglo. Qué horror la adolescencia, con esos amores absurdos y nunca correspondidos. Qué horror este nuevo estado de ansiedad que se parece a la adolescencia y que cree que el amor está ahí en palabras e imágenes dispuestas para alguien más... Pucha, con estos amores no correspondidos nuevamente.
No es solo ansiedad cibernética. Es ansiedad. Pero es el año de la paciencia, yo lo prometí. Y la ansiedad y la paciencia no van bien juntas.
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